Journale Un viaje de traducción.

ENREDOS DE FAMILIA

Por Isabelle Liber. Traducción de Martina Fernández Polcuch y María Tellechea.


“Töchter”. En inglés: “daughters”, en castellano: “hijas”. En francés: “filles”. ¿Y cuál es el problema?, pensarán ustedes. El problema es –aunque quizás solo lo sea para mí– que “filles” como título en la tapa de un libro no dice mucho, al menos no lo que yo querría.

Tapa y contratapa de fantasía diseñadas por cuenta propia

El problema radica en los lazos de parentesco. Mejor dicho, en la falta de lazos. En el título original, en una sola palabra se resumen todas las relaciones (cuasi)familiares que estructuran la novela, que son la novela. El término “Töchter”, por supuesto, evoca en primer lugar la relación que tienen un padre y una madre con su hija mujer. El plural le añade un vínculo horizontal, igual de importante: el que une a chicas, hermanas, amigas, es decir: a Martha y Betty.

Relaciones (cuasi)familiares en Töchter.

 

 

En francés, en cambio, “fille” no es necesariamente la hija de sus padres, “fille” también significa muchacha, es decir, también la chica que justo pasa a nuestro lado es una “fille”, o la joven con la que alguien tiene una cita... ¿Qué hacer con este asunto en el título de una novela? Es para devanarse los sesos, un poco a la manera del casting del queso La Vache qui rit...

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La famosa publicidad de La Vache qui rit (1986), donde se busca a la vaca que tenga la personalidad apropiada para el queso en cuestión.

Entonces, ¿qué título ponerle a la novela de Lucy Fricke? Filles. No, no funciona, por los motivos ya expuestos. ¿Pères et filles? Padres e hijas, un poco chato. Pères, filles, ¿tal vez así? No está mal, tiene buen ritmo. La coma genera cierta expectativa... ¿Y qué dice internet al respecto?

Hay toda una catarata de tapas que toman como eje la relación “hija-padre”

Son muchísimos los títulos. En algún momento doy con No sin mi hija, y perdí el hilo, la filiación.

¿De qué se trata la novela? Me gusta la idea de que las protagonistas, que rondan los cuarenta, sigan siendo “filles”... ¿Podría llamarse Les Grandes Filles? La relación padre-hija seguiría invisibilizada. ¿Leurs [Sus] Grandes Filles? Así se invierte la perspectiva y pone a la generación anterior en el centro. Ya no serían Betty y Martha las que estarían sentadas en los asientos delanteros del auto llevando a un padre moribundo por Europa; de repente, sus padres enfermos o desaparecidos se encontrarían al volante, mientras ellas tendrían que conformarse con los asientos de atrás. Imposible. ¿Y por qué no Nos pères? Bueno, va mejorando, nos acercamos al asunto. Padre nuestro, padres nuestros, tiene lo suyo.

Ahora bien... ¿dónde quedaron en ese título las hijas, muchachas o mujeres? Tanta discreción me parece excesiva. “Où sont les filles”, dónde están las muchachas... me recuerda una canción. Ah, no, era Où sont les femmes , dónde están las mujeres. Oh les filles , así era. Ojo: ¡no está mal! El “oh” le da algo de dinamismo a los personajes femeninos, mujeres perseverantes y, en algunos casos, irritantes en igual medida, según desde qué ángulo se las mire. Mujeres de hoy, nada más y nada menos.1

Lo malo es que así desaparece por completo la idea del vínculo filial. La expresión “fille de” me viene a la mente. ¿Hija de quién? ¿Hija de nadie? ¿Hija de nada? ¡Hija del aire! En francés, jugar a las “filles de l’air” significa huir, esfumarse, hacerse humo. Y al fin y al cabo, ese es uno de los temas centrales de la novela. Les Filles de l’air, hijas/muchachas del aire, ¿por qué no?

¿Cuál será, finalmente, el título de la novela? La respuesta la encuentran en el sitio web de la editorial

A la siguiente estación

Fußnoten
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