Journale Un viaje de traducción.

LA CUESTIÓN MARZAHN

Una conversación entre Sinéad Crowe, Isabelle Liber y María Tellechea. Traducción de Martina Fernández Polcuch y María Tellechea.


SINÉAD: Trasladar referencias culturales a la lengua/cultura meta constituye, desde luego, un eterno problema de traducción. En primer lugar, es necesario saber lo suficiente sobre la cultura fuente (en nuestro caso, la alemana) para comprender la alusión, así como las diversas asociaciones que esta alusión trae consigo. Después, es frecuente que haya que encontrar una estrategia que la vuelva comprensible para lectores no alemanes o, al menos, despierte en ellxs asociaciones parecidas. Tal como mencioné en mi texto sobre el humor , la novela Töchter toca, por un lado, temas universales, pero, por otro, es un libro bastante “alemán”, con muchos chistes sobre la cultura y sociedad alemanas. Veamos, a modo de ejemplo, el siguiente párrafo, en el que se describe una fiesta en una calle de la pequeña ciudad italiana de Bellegra:

Die Kinder tanzten, die Eltern kippten Wein aus Plastikgallonen, überall sah ich Strass und Pailletten, enge Jeans, die trotzdem hingen, verblichene Rockstars auf dünnen T-Shirts, dicke Bäuche, Schuhe in Neongelb. Wer hatte eigentlich behauptet, dass Italienerinnen immer gut gekleidet seien? Das hier war das Marzahn von Italien. Es war wunderbar.

(Töchter, p. 127/128)

A mi juicio, este tipo de humor es característico de la novela: se trata de un momento de bathos, que hace estallar el cliché romántico que sostiene que las italianas son elegantes. Lo que me parece espinoso es la alusión a Marzahn. Como viví unos años en Berlín pude comprenderla. Marzahn es un barrio berlinés conocido por sus construcciones en forma de monoblocks de los años setenta, su alta tasa de desocupación y sus conflictos sociales. Digámoslo así: Marzahn no es precisamente uno de los barrios “a la modaˮ de Berlín.

Los monoblocks de Marzahn. © A. Savin, WikiCommons 

El problema es que la mayoría de las y los lectores fuera de Alemania no tendrían la menor idea de qué es Marzahn. ¿Qué hacemos, entonces, las traductoras? ¿Explicamos la alusión? ¿La dejamos así y confiamos en que el chiste se entenderá a grandes rasgos gracias al contexto? ¿O deberíamos sustituir la alusión a Marzahn por otra, que remita a un lugar similar en nuestro país de origen? María, ¿qué hiciste vos con eso?

MARÍA: Sin lugar a dudas es un problema traductológico delicado, porque no está relacionado solo con las representaciones sociales de barrios estigmatizados, sino también con la posibilidad de encararlas con humor y así faltar a la “corrección política”. De entrada, descarté la posibilidad de insertar una nota al pie. Además, la descripción anterior ya muestra que la referencia a Marzahn se usa para despertar las connotaciones “sin estiloˮ, “baratoˮ, “antiestéticoˮ. Es decir que tenía que encontrar un modo de parafrasearlo que resaltara esos aspectos de la escena y de la ciudad chica de Italia. En un principio pensé si era viable sustituirlo por un barrio de Buenos Aires, pero también descarté esa opción, por los siguientes dos motivos: para empezar, sería desconcertante que la protagonista −que es alemana y se encuentra en Italia− aludiera en este contexto a un barrio de Buenos Aires. Pero, además, a mí me resultaría demasiado despectivo elegir uno de esos barrios para despertar en el lector todas esas connotaciones. Lo que es cierto es que me trajo a la memoria un sketch del grupo humorístico “Cualcaˮ en el que se hace una parodia de la famosa serie Sex and the City con Munro, un barrio del conurbano bonaerense:

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De modo que decidí sustituir “Marzahnˮ por “barrio mersaˮ. Pero después vino el problema de que la expresión “el barrio mersa de Italiaˮ no quedaba bien, porque un barrio no puede ser una parte de un país entero, sino de una ciudad. Así fue que decidí formular la expresión de la siguiente manera: “esto era la versión italiana de barrio mersaˮ. Para terminar, hay que decir que el adjetivo “mersaˮ es muy coloquial y de uso local (se utiliza principalmente en Argentina y Uruguay) y tiene cierto aire peyorativo. Suele utilizarlo la persona que no se considera mersa a sí misma, sino a los demás, excluyéndose automáticamente. ¿Y en francés cómo funciona?

ISABELLE:  A primera vista se podría partir del hecho de que Marzahn es más o menos lo que los franceses entendemos por “neuf troisˮ (93), un suburbio en el norte de París. Al igual que Marzahn, el departamento de Seine-Saint-Denis, con el número 93, también es considerado un fuerte de hormigón. Pero dejando de lado el hecho de que tampoco para mí la idea de aclimatar a la cultura meta es una opción, la situación de los suburbios franceses por supuesto es distinta a la de Berlín. El 93 suele relacionarse automáticamente con pobreza, drogas y marginalidad. En cambio, el distrito berlinés, por más que cada tanto aparezca en los titulares de los diarios, tiene aspectos más positivos que son conocidos por el resto de la población de Berlín, por ejemplo, un área de parques hermosos con un funicular. De modo que tengo la impresión de que cuando la autora, Betty mediante, menciona el barrio de Marzahn no lo hace de forma peyorativa ni mucho menos arrogante. Tiene algo de afectuoso también. A su vez pienso en la comediante Ilka Bessin que inventó el personaje de Cindy de Marzahn, una eterna desocupada con sobrepeso a la que es fácil tomarle cariño rápidamente a pesar del mal gusto:

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De modo que Marzahn no es un barrio signado por el conflicto social, a diferencia de lo que lxs franceses solemos asociar con la palabra “banlieueˮ. Durante un tiempo, en mi texto decía “l’Italie version Tatiˮ, utilizando el nombre de una famosa cadena de tiendas francesas cuyo estilo, digamos, puede asimilarse al de Marzahn, una moda de la cual Cindy también sería un posible exponente. En el sketch que vos mencionás, María, una de las vidrieras que se ven al comienzo podrían ser efectivamente de Tati. Pero la comparación, en última instancia, me parecía peligrosa: es una cadena que hoy ya no está tan presente en imaginario como en mi juventud, de modo que se corre el riesgo de que la traducción envejezca rápido. Además, una parte de los lectores podría sospechar detrás de ese “Tatiˮ al director y genial actor Jacques Tati, al que se asocia con un mundo muy distinto, divertido y poético. Entonces fui recorriendo mentalmente los estantes de Tati (el otro Tati, la tienda), pensé en prendas baratas y en liquidación y así llegué a la expresión “au rabaisˮ: de baja calidad, mediocre, de segunda.

SINÉAD:

Qué interesante, a mí se me ocurrieron soluciones bastante parecidas. Yo también evalué la posibilidad de reemplazar “Marzahnˮ por una localidad del espacio angloparlante que fuera considerada fea, poco cool y algo marginal (¡les pido disculpas por mi incorrección política!). Incluso llegué a googlear “crap towns in Englandˮ y encontré algunos artículos divertidos (véase por ejemplo). Pero después, María, llegué a la misma conclusión que vos: el lector se irritaría si la narradora, una alemana, mencionara una pequeña ciudad inglesa poco conocida fuera de Inglaterra como Blackburn. No tendría sentido. Así que busqué un lugar que despertara asociaciones similares pero que no fuera tan específico y se me ocurrió “trailer park” (campamento de casas rodantes).

Aunque este tipo de “barrios” de casas rodantes se asocian más con los EE.UU., gracias a la propagación de la cultura popular estadounidense todas las personas en Irlanda y Gran Bretaña entienden a qué se refiere. En Pinterest encuentro fotos muy coloridas de “trailer-park chic” que encajan a la perfección con la descripción que hace Betty de la vestimenta en Bellegra: lentejuelas, jeans apretados, colores fluorescentes, etc. (https://www.pinterest.ie/CharityEvans74/trailer-park-chic/), ¡exactamente el estilo de Cindy de Marzahn!

A modo de cierre, el párrafo completo en los tres idiomas:

EN:

Kids danced, parents poured themselves wine from plastic one-gallon containers, and everywhere I looked, I saw rhinestones and spangles, jeans that managed to be simultaneously tight and saggy, faded rock stars on flimsy T-shirts, bulging bellies, neon-yellow shoes. Whoever said Italians know how to dress? The fashion sense on display here would be at home in a trailer park. It was glorious.

(Daughters, p. 81)

ES:

Los niños bailaban, los padres se servían vino de damajuanas de plástico, por todos lados veía strass y lentejuelas, jeans apretados que igual caían, desteñidas estrellas de rock estampadas en remeras finitas, panzas grandes, zapatillas amarillo fluorescente. ¿A quién se le había ocurrido afirmar que las italianas siempre se vestían bien? Esto era la versión italiana de barrio mersa. Era maravilloso.

(Hijas, p.122)

FR:

Les enfants dansaient, les parents descendaient des gobelets de vin d’un gallon, et tout autour de moi, il y avait des strass et des paillettes, des jeans moulants mais qui pochaient quand même, des rock stars délavées sur des tee-shirts presque transparents, des ventres gras, des baskets jaunes fluo. Qui avait bien pu décréter que les Italiennes étaient toujours bien habillées ? Ici, c’était une Italie au rabais. Une merveille.

(traducción provisoria)

A la siguiente estación

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