Inventado o encontrado? De la traducción de aspectos reales
Un cuaderno de bitácora sobre la traducción de Archipiélago, de Inger-Maria Mahlke
Preliminares
La frase es manida: toda traducción viene siendo un intento por restituir aquella lengua mitológica por medio de la cual todos nos entendíamos. Yo mismo definí una vez la traducción como un vuelo de salvamento entre dos salientes de montaña situados a ambos lados de un abismo. Imaginemos que sobre uno de esos salientes se erige una casa (el texto original). La tarea esencial reside en llevar la casa hasta el otro lado. Pero como trasladar el inmueble entero a través del vacío es labor imposible, la mudanza habrá de hacerse piedra a piedra. De ahí que lo primero sea derribar la casa original., desmontarla piedra a piedra. (Traducir es, en un primer paso, un acto de demolición.) Las piedras que recogemos de un lado (los componentes del texto en la lengua de partida) han de ser llevadas a la otra orilla (el ámbito de la cultura meta), pero no todas caben en nuestros morrales, serían un fardo demasiado pesado para el riesgoso vuelo que estamos a punto de emprender sobre el vacío. De modo que debemos cargar con las piedras esenciales y, una vez cruzado el despeñadero, reconstruir el edificio con la ayuda de aquellos materiales de construcción y aquellas estructuras que nos proporciona el nuevo paisaje (la lengua y la cultura de llegada), siempre con el fin de reconstruir una casa lo más parecida posible a la original.
Archipiélago1 se estructura también en torno a una casa, y es igualmente un acto de demolición de ese edificio con la finalidad de emprender una exploración arqueológica en la memoria de tres familias canarias. La novela se inicia en 2015 (el presente de la narración) y va levantando una capa tras otra del terreno, horadando en busca de indicios y nexos del pasado que ofrezcan una visión multifocal de los personajes, sus historias individuales y la historia de la isla en general.
Desde la primera página se nos presenta a los integrantes de una de las familias y sus conflictivas relaciones entre ellos, su falta de comunicación (una incomunicación que tiene su origen también en la historia familiar que la novela pretende desentrañar):
Es ist der 9. Juli 2015, vierzehn Uhr und zwei, drei kleinliche Minuten, in La Laguna, der alten Hauptstadt des Archipels, beträgt die Lufttemperatur 29,1 Grad, um siebzehn Uhr siebenundzwanzig wird sie mit 31,3 Grad ihr Tagesmaximum erreichen. Der Himmel ist klar, wolkenlos und so hellblau, dass er auch weiß sein könnte.
Der Besuch der Ausstellung ist Anas Idee. Felipe hat nur eingewilligt, weil er seine Ruhe haben will, Rosa hat nur eingewilligt, weil sie ihre Ruhe will. Zwei Wochen ist das her, Ana hat am Tresen gesessen, gefrühstückt, die Post vom Nichtsowichtig-Stapel geöffnet, die beiden anderen sind zufällig in der Küche. Rosa, weil sie nicht genug süße Kondensmilch in ihren Kaffee getan hat, und Felipe, weil er eine Schere sucht. Wofür, will er nicht sagen.
Ana nimmt einen Umschlag, liest laut: „80 Jahre surrealistische Konferenz von Santa Cruz“. Rosa beobachtet die Öffnung der Milchflasche, an der sich ein zäher, nur langsam dicker werdender weißlicher Tropfen sammelt, aber nicht fällt.
Felipe schließt die Besteckschublade so, dass alles aneinanderstößt und -klirrt und es danach sehr still ist und er zu Ana hinüberblickt, nachsehen, ob sie wütend wird. Ana spießt ein Stück Papaya auf, steckt es in den Mund, zieht die Karte aus dem Umschlag, liest erneut: „80 Jahre surrealistische Konferenz von Santa Cruz … Lasst uns da hingehen“, sagt sie.
Como vemos, la novela se inicia con una especie de parte meteorológico que recuerda el comienzo de El hombre sin atributos, de Robert Musil. Se pasa de inmediato de lo global (con detalles sobre el lugar, la hora o las condiciones climáticas), a la cocina de una vivienda, donde los tres miembros de la familia protagonista (madre, padre e hija) nos son mostrados, mediante la puesta en escena, en todo su recíproco desinterés.
Es 9 de julio de 2015, son las dos de la tarde, pasados dos o tres mezquinos minutos, en La Laguna, antigua capital del archipiélago. La temperatura del aire es de 29, 1 º C, pero a las cinco y veintisiete alcanzará su máximo diario con 31, 3 º C. Un cielo luminoso, sin nubes, de un azul tan claro que podría ser blanco.
La idea de visitar la exposición es de Ana. Felipe accedió para que no lo molestasen; Rosa accedió para que no la molestaran. De eso hace dos semanas. Ana estaba sentada frente a la encimera, desayunando. Ha abierto la correspondencia apilada entre lo „no tan importante“, y los otros dos están en la cocina de pura casualidad: Rosa, porque olvidó poner suficiente leche condensada en el café; Felipe, porque anda buscando unas tijeras, aunque no explica para qué. Ana coge un sobre, lee en voz alta:
—Ochenta años de surrealismo en Tenerife.
Rosa observa la abertura del envase de leche, donde una terca gota de color blanquecino se va hinchando lentamente pero no cae. Felipe cierra la gaveta de los cubiertos con tal fuerza que su contenido entrechoca y tintinea, a lo que sigue un absoluto silencio; entonces mira a su mujer para ver si se enfada. Ana pincha un trozo de papaya, se lo mete en la boca, saca la tarjeta del sobre y vuelve a leer:
—Ochenta años de surrealismo en Tenerife… Vayamos a verla.
A lo largo de los tres primeros capítulos, todos fechados en 2015, iremos conociendo por separado a los integrantes de esta familia y a las personas vinculadas a ella. Conoceremos a Julio, el padre anciano de Ana, recluido voluntariamente en una residencia, ya que no parece tener una buena relación con su hija. Nos enteramos de lo que ha hecho Ana —perteneciente a la élite política de la isla— en las últimas semanas, durante la cual parece estar a punto de destaparse un escándalo de corrupción que la implica. Sabemos que Rosa, la hija, ha abandonado sus estudios en Madrid y ha regresado a la casa paterna. También conocemos más de cerca a Felipe Bernadotte, profesor de Historia alcoholizado, descendiente de la oligarquía tinerfeña, quien ha intentado, sin éxito, ajustar cuentas con el pasado de su familia. Conocemos a Eulalia, la empleada; a Einar, un joven alemán con vínculos afectivos en la isla (se nos sugiere que mantiene una relación afectiva con Ana) y también a una serie de personajes secundarios (Jabi, Amalia).
La traducción de la traducción
Cuando se traduce una obra cuya trama se desarrolla en un contexto alemán, el traductor ha de elaborar estrategias para trasladar a la cultura de llegada aquellas realidades específicas del ámbito germanohablante desconocidas en su entorno y que, normalmente, no tienen una traducción a su lengua. Digamos, por ejemplo, que nos aparecen en una novela las siglas KdF: será preciso explicar de algún modo (lo mismo a través de una nota aclaratoria, de la traducción literal del nombre o de un añadido incorporado al texto) lo que significó la organización Kraft durch Freude en el entorno del nacionalsocialismo.
En el caso de Mahlke, la autora ha seguido una estrategia similar, una especie de traducción previa de las realidades de la isla de Tenerife, con el fin de explicárselas a los lectores alemanes. En este caso, el traductor al castellano se ha visto obligado a purgar la versión española de aquellos términos que no necesitan de aclaración para un lector en su lengua, y mucho menos para un lector canario. Uno de los ejemplos más evidentes: cuando en la página 68 se habla del Cabildo, en español en el original, y se le añade la aclaración de que se trata del gobierno insular, el traductor al castellano está obligado a limpiar el texto de esa información superflua para un lector canario. Lo mismo ocurre con otra serie de denominaciones como chumberas, calima, cardones, bubango, etc.
(Para estas realidades vertidas en español en el original, la autora ha recurrido a un amplio glosario final del que también hemos prescindido en la traducción. Curiosamente, en ese glosario se explica incluso al lector alemán quién fue Franco.)
Pero es éste también, precisamente, el aspecto que ha exigido la labor más ardua de investigación y cotejo para el traductor. Ha sido lo que me ha tomado más tiempo. El crítico Denis Scheck tiene razón, sólo en parte, cuando dijo que al leer Archipiélago le pareció estar leyendo la traducción al alemán de una novela escrita originalmente en español. No cabe duda de que la autora, cuya vida transcurrió parcialmente en la isla y cuya madre es canaria, realizó una amplia labor de investigación para componer esta novela. También ha emprendido, en Archipiélago, una labor de traducción de las realidades de la isla de Tenerife para acercarlas a un lector medio alemán.
Yo mismo viví en las Islas Canarias entre 2009 y 2013 y soy un asiduo lector de literatura de esa región, de temas culturales relacionados con las islas (también en su relación con los países de habla alemana), por lo que, desde que leí Archipiélago, tuve un enorme interés en traducirla. Me fascinó no sólo, estilísticamente, la manera en que Inger-Maria Mahlke narraba una historia de tres familias tinerfeñas y las insertaba en una Historia de la isla y sus élites. La propia labor de memoria de la autora a la hora de concebir la novela puede leerse como una necesaria labor de memoria (aún no hecha del todo) de alcance regional y nacional.
Entre las dificultades con las que contaba desde un inicio estaban el estilo elíptico, a veces incluso críptico, los cambios bruscos en los tiempos de la narración y la propia voluntad de narrar la historia en retrospectiva.
Contaba también con tener que adaptar el habla de los personajes a los modos canarios de hablar, a las voces habituales de las islas para designar objetos o elementos de la flora y la fauna. Para todo ello tenía a mano mi propia experiencia, un par de buenos diccionarios de canarismos y una red de contactos que podrían, dado el caso, sacarme de dudas.
Pero lo que en realidad constituyó el mayor desafío a la hora de traducir esta novela (una novela de alto nivel literario, una novela sobre Canarias y con personajes canarios escrita por una autora alemana, con una trama y un trasfondo histórico canarios) fue la conciencia de que su resultado iba a ser sometido a un escrutinio mayor por parte de lectores españoles y canarios. Cualquier incongruencia, dato erróneo o detalle falseado que se colase en la novela, no iban a ser sometidos a una verificación tan minuciosa por el lector medio alemán para el que había escrito Inger-Maria Mahlke originariamente. Un lector español medio, en cambio —y mucho más específicamente un lector canario o, cerrando aún más el círculo, un lector tinerfeño—, sí que podría tender a descalificar del todo la novela (y también la traducción), si esos detalles no se corrigen. Ese era el mayor riesgo. De modo que buena parte de la labor estuvo dedicada, en aras de ese compromiso con la autoras y su obra, a ser extremadamente puntilloso en la comprobación de todas las realidades descritas en el libro.
Veamos algunos ejemplos de esto que digo, en lo cual he querido centrar este Journal:
Un primer caso lo tenemos en los párrafos reproducidos anteriormente: al lector bilingüe le llamará la atención que la autora hable de «80 Jahre surrealistische Konferenz von Santa Cruz» y que en la traducción se hable de «Ochenta años de surrealismo en Tenerife».
Lo que Ana lee en voz alta en este pasaje parece ser la invitación oficial a una exposición que tuvo lugar realmente en mayo de 2015, en conmemoración del 80 aniversario de la Exposición Surrealista que tuvo lugar la capital tinerfeña en 1935, con la asistencia del mismísimo André Breton.
Mientras traduzco, tengo a mano algún material sobre las dos exposiciones (la original de 1935 y la de conmemoración en el año 2015). En ninguna de las dos se habla de una «conferencia» o de un «congreso».2, de modo que aprovecho el contacto directo con la autora para preguntarle:
37) Im Allgemeinen: ich habe in der ganzen Übersetzung auf die Bezeichnung „La Conferencia de los Surrealistas“ verzichtet, da es sich um ein reichlich dokumentiertes Ereignis handelt. Dafür benutze ich den Ausdruck: La exposición surrealista, wie es üblicher bekannt ist. Was meinen Sie? Zwar gab es ein paar Vorträge während des Besuchs von Breton und anderen auf der Insel, aber alles drehte sich um diese wichtige Ausstellung. Das Ereignis gilt immer noch als das Non-Plus-Ultra in der Literaturgeschichte der Insel.
La autora se manifiesta en contra de esa decisión. Su argumentación es atendible, ya que pone de relieve el plano connotativo sobre el dato preciso. En el marco de aquella exposición, Andre Breton pronunció en Tenerife una conferencia titulada «Arte y política»; en el acontecimiento estuvieron presentes otros surrealistas tinerfeños y también Benjamin Péret, que viajó desde Francia junto con Breton y su mujer; se presentó una película. La autora opina que si nos limitamos al título oficial del evento, «Exposición Surrealista», se pierde la connotación algo pretensiosa del revuelo que armó aquella visita y de la importancia que se le atribuye en la historia cultural de la isla. De modo que llegamos a un acuerdo: en las celebraciones del 2015, debo circunscribirme al título real de los homenajes, «Ochenta años de surrealismo en Tenerife», pero en el capítulo situado en 1935 mantenemos el término «conferencia», ya que en esos pasajes no hay referencias directas al título oficial de aquel acontecimiento.
Hay otros muchos ejemplos de estas discrepancias entre realidad y ámbito connotativo, entre hechos históricamente conocidos y la voluntad de la autora de ficcionalizar ciertos aspectos.
Como en algunos pasajes no tengo claro qué pretende revelar la autora como hecho histórico y qué desea ficcionalizar, mi lista de dudas alcanzó unas 160 preguntas. He aquí otra:
35) S. 370: „die rote Lilie“. Hier handelt es sich um eine Referenz zu einer historischen Figur, die „Azucena Roja“. Bis dahin glaube ich, verstanden zu haben. Aber dann kommt diese „Claridad Femenista“ (Eigentlich sollte es Feminista heißen, mir ist es aber wichtiger eine andere Sache: die historische Figur, Isabel González González gründete eine Liga Femenina Socialista. Was ist dann hier Claridad Feminista? Eine Zeitschrift, eine fiktionalisierte Version des Namens der von ihr gegründeten Organisation?
En este caso, la autora desea que el nombre de la organización real, «Liga Femenina Socialista», aparezca con un nombre ficticio, de manera que me limito a corregir la errata que se escapó en la versión alemana y a llamarla «Claridad Feminista».
Ahora bien: ocurre todo lo contrario con otro hecho real mencionado en la trama: la muerte de un estudiante durante un atraco real a un tranvía ocurrido en septiembre de 1934. El nombre del estudiante era Agustín Bernal, que en el original aparece como Augusto. (Véase pág. 349 del Original.) En la red encuentro un artículo muy documentado sobre este hecho histórico.
También me veo obligado a preguntar a la autora, y en este caso se muestra de acuerdo en mencionar el nombre verdadero del personaje histórico.
Tengo claro que esta es una novela sobre una realidad española y canaria, pero está destinada, ante todo, a un público alemán. En ese sentido, nunca dejará de ser una novela eminentemente alemana. Pero una de las labores adicionales en esta traducción está siendo corregir lo que llegó falseado a la otra orilla. Veamos otros ejemplos:
a) pág. 117: Eh, niñas en lugar de Ey, chicas
En el habla popular canaria, el chico o chica, más usado en la España peninsular, se sustituye, cuando es apelativo, por un niña o niño. «Mi niña o mi niño» son expresiones muy comunes en el habla cotidiana. Le consulto la propuesta de cambo a la autora y se muestra de acuerdo.
b) pág. 116-117: Hipermercado en lugar de HiperDino
Para conferir más color local a la traducción en castellano, es preferible indicar el nombre real de una cadena de supermercados muy conocida en la isla: el HiperDino.
c) pág. 72: Hand auf der Bibel
Se trata de un personaje que jura un cargo. Recuerdo, mientras traduzco, un tema que acaparó la atención de los medios de comunicación hacia 2008, cuando el partido Izquierda Unida presentó una propuesta no de ley para que se retiraran los símbolos religiosos de los juramentos a los cargos. La demanda se basaba en que España es un Estado aconfesional, por lo que era una incongruencia legal que fueron obligatorio jurar cargos ante símbolos religiosos. Lo que pude determinar, leyendo varios artículos relacionados, es que los cargos públicos, a la hora de tomar posesión del mismo, pueden elegir entre prometer o jurar el acatamiento de las normas constitucionales y lealtad al rey. Una Biblia y un crucifijo pueden flanquear a la Constitución en ese ritual. Pero el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por ejemplo, decidió prometer su cargo ante el rey sin biblia ni crucifijo. Y así lo hicieron, por primera vez en democracia, todos sus ministros. Lo que en ningún caso parece ser habitual es que se jure con la mano sobre la Biblia. Ahora bien, con el ascenso de partidos de extrema derecha, como Vox, parece hacerse habitual, como signo distintivo, que algunos parlamentarios en las distintas Comunidades Autónomas juren sus cargos con biblias y crucifijos sobre sus escaños, o que lo hagan «por Dios y por España», como ocurrió en 2019 con los diputados de Vox en el Parlamento valenciano. Pero ese hecho acaparó titulares precisamente por ser una desviación de la norma del propio parlamento de esa región.
En el caso concreto de este personaje secundario, lo importante sería connotar su tendencia política de derechas. No obstante, se lo consulto a la autora:
22) S. 72: „eine Hand auf der Bibel“. Da habe ich mich ein wenig erkundigt: Seit einigen Jahren ist es erlaubt, dass Beamten und Politiker in allen Ebenen ihre Ämter VOR einer Bibel schwören. Die Hand aber immer auf die Verfassung. Wenn man hier (wie ich vermute) nur darauf anspielen soll, dass Andrés Rivera ein Konservativer und frommer Katholik ist, dann könnte man schreiben: „insistió jurar el cargo en presencia de una Biblia“3 oder so etwas ähnliches.
La autora se muestra de acuerdo.
(Este pasaje viene a ser un buen ejemplo de cómo un aspecto de apariencia insignificante en una novela de más de 400 páginas exige del traductor una labor de indagación desproporcionada para su extensión, pero muy relevante si se desea pasar la prueba de escrutinio de un lector español.)
d) «Tanque de Abajo»
Otro caso, aunque más o menos opuesto, lo tenemos en la página 95. Allí se menciona un «Tanque de Abajo», un depósito público de agua. Aquí mi investigación como traductor recurre a una bibliografía que evidentemente no coincide con la consultada por la autora, que también se ha basado para sus descripciones en los recuerdos transmitidos por su familia. He aquí mi pregunta sobre la ubicación de este «abrevadero», a partir de la bibliografía consultada por mí:
27) S. 95: Und dann, ein Absatz darunter: „Die Schienen führen am Tanque de Abajo vorbei (…) herausgebrochen“. Ich habe hier einen Artikel im Netz gefunden, der vieles von diesem „abrevadero“ (tanque) erklärt. Sehen Sie diesen Link und die Fotos. Der Autor von diesem Artikel kommt zu dem Schluss, dass der abrevadero nicht auf der Strecke La Laguna-Santa Cruz sein kann, sondern in der Strecke La Laguna-Tacoronte, da die Tram damals, in den -30er Jahren, bis zu Tacoronte hinfuhr. Dann könnte der Tanque nicht „im Süden der Stadt“ sein, sondern eher Richtung Norden.
La autora entiende que esta información mía no es correcta. Su fuente es un libro de Gilberto Alemán, La pequeña historia de un tranvía, de 1992, que yo no he podido consultar. Pero la foto que yo le proporciono es, al parecer, la del «abrevadero» que ella menciona en el libro. Según me dice la I-M. Mahlke, su bisabuela, su abuela y sus tías abuelas fueron a buscar agua justo a ese depósito de la foto durante años. Existía, según la información que me proporciona la escritora, un «Tanque de Arriba», situado al norte de la ciudad, pero tenía un aspecto muy diferente.
En este caso, decido desistir de indagar más sobre la precisión del dato en torno al lugar en que se encontraba el tanque de agua y priorizar las connotaciones que tiene la mención para la autora y la fiabilidad de sus propias fuentes. A fin de cuentas —me digo—, Archipiélago no es un libro estrictamente de historia, sino una obra de ficción. Al lector en castellano debería bastarle la referencia a un antiguo Tanque de Abajo que se hallaba en el tramo del tranvía que iba de La Laguna a Santa Cruz de Tenerife hacia los 1930.
e) «traducción de la traducción»
„Es muss draußen gewesen sein.“ Andrés Rivera hebt den Daumen, erstens: ,La Traviata.‘ Er deutet mit dem Kinn in Richtung Fenster. Zeigefinger, zweitens: ,Als wir unten in der Marina essen waren, haben wir über das Projekt geredet.‘ Und gleich hinterher, sein Mittelfinger: ,Beim Empfang des Orfeón de la Paz, draußen auf der Terrasse. Mehr fällt mir nicht ein.‘“ (Archipel, S. 55)
La autora ha «traducido» al alemán el gesto de contar con los dedos, que en nuestro ámbito sigue otro orden a la hora de levantar los dedos de la mano. En una novela con personajes alemanes en un contexto alemán, el traductor podría entrar a considerar si es preciso aportar esa información cultural diversa a los lectores de habla española. Pero en este caso específico, con personajes españoles, no queda otra opción que re-traducir.
—Tiene que haber sido en exteriores —continúa, alzando el índice—. Número uno: en La Traviata. —Con un gesto del mentón, señala hacia la ventana. Levanta el dedo corazón—. Dos: cuando estuvimos comiendo en La Marina, donde hablamos del proyecto. —Y entonces extiende el anular—. O en la recepción del Orfeón La Paz, fuera, en la terraza. No se me ocurre nada más.
f) El habla canaria: cuando el corrector de mesa es peninsular
Como dije al inicio, uno de los aspectos a tener en cuenta era mantener en la novela (que cuenta los destinos de varias vidas canarias) las particularidades del lenguaje en las Islas Canarias. Y un buen ejemplo son dos palabras que se repiten en varios momentos del libro: Erdnüsse y Schublade.
Como cubano de origen que soy, me resultó curioso y familiar a la vez que, al irme a vivir a la isla de Tenerife en 2009, después de varios años por otros puntos de la España peninsular, pudiera reencontrarme con diversas variantes del español hablado en mi país. Maní (Erdnuss) y gaveta (Schublade) son dos de esos vocablos que comparten los léxicos cubano y canario.
De manera que no constituyó para mí problema alguno traducir directamente esas dos palabras como maní (o, en plural: maníes o manises) y gaveta. Pero la excelente correctora de mesa de la editorial Vegueta es peninsular, no tiene por qué manejar forzosamente esas variantes canarias, de modo que tal vez pensó (como ya me ocurre en ocasiones con tras editoriales) que se trataba de un cubanismo ilegítimo introducido por mí en el texto. Fue preciso entonces enmendar de nuevo, sobre las galeradas, las variantes peninsulares introducidas: cacahuete y cajón.
A modo de conclusión: un viaje de Canarias a Alemania y de vuelta a Canarias
En los últimos años han aparecido, que yo sepa, dos novelas alemanas de gran calidad que tienen como escenario las Islas Canarias: Neujahr (Año Nuevo), de Juli Zeh, y Archipel, de Inger-Maria Mahlke.
Pero en lo que atañe a las estrategias que ha de adoptar el traductor o la traductora, ambas novelas muestran marcadas diferencias:
En Año Nuevo, Canarias —y más concretamente la isla de Lanzarote— no es más que el decorado para la historia individual de un personaje alemán que, durante una nueva estancia vacacional en aquella isla, revive ciertas experiencias traumáticas de su infancia. La labor de investigación de quien traduce se limitaría en este caso, por poner un ejemplo, a familiarizarse con algunas características del paisaje de esa isla volcánica, con una presencia bastante notable en la narración de Zeh.
La novela de Mahlke, en cambio, emprende un viaje muy diferente y, a mi juicio, cualitativamente más apasionante. La autora, que creció entre Lübeck y Tenerife, se sumerge en un viaje de recuperación de la memoria en varios niveles: una memoria familiar (su madre es canaria), una memoria insular y una memoria europea. Y para ello realiza una labor de investigación casi arqueológica o criminalística en la que va levantando, una tras otras, estratos de suelo que nos permiten ir hallando los retazos de una historia familiar que se enlaza también con la historia de Canarias, de España y de Europa.
Sus personajes son todos canarios o están afincados en Canarias. Las realidades que describe, desde el presente en 2015 hasta el pasado remoto en 1919, son canarias. Y para hacer llegar a los lectores alemanes (no turistas) esas realidades y particularidades históricas, la autora se ha visto obligada a «traducir» a la lengua de la narración (el alemán) aquellos aspectos de ese escenario menos conocidos para un lector germano medio.
Este hecho exige del traductor obligado a traer esta historia canaria de vuelta a los lectores canarios un esfuerzo adicional de verificación que permita dirimir cuáles de esas realidades no necesitan ser retraducidas, qué elementos pertenecen al ámbito connotativo de la autora, de su memoria familiar, de su propia interpretación de los hechos, qué otros responden a una voluntad de ficcionalizar ciertos aspectos y cuáles detalles han llegado, por una razón u otra, falseados por erratas, trampas de la memoria o, sencillamente, por ausencia de verificación.
Ocurriría lo mismo —y, de hecho, ocurre— cuando un autor de habla española escribe un libro con personajes, historias y locaciones alemanas. (No hace mucho tiempo me tocó revisar pasajes de una novela de un autor cubano en la que se recreaba la vida de Stefan Zweig, pasajes en los que fue preciso corregir muchos aspectos erróneos sobre Viena. Y no porque el autor no conociera la ciudad, sino porque en sus descripciones se dejó llevar únicamente, sin verificar, por aquellas imágenes conservadas en su memoria.)
Se trata de acercar al público lector de habla española una realidad lo más cercana posible a lo que él conoce, pero sin pretender que esta novela se lea, como suele decirse, «como un libro escrito originalmente en español». Archipiélago será siempre una novela alemana escrita por una autora cuya vida ha sido conformada por esas dos realidades: la alemana y la canaria, pero cuya lengua literaria es el alemán.
En ese sentido, la labor del traductor es también evitar al máximo que el lector medio en castellano (y más concretamente el lector canario) llegue a no sentirse identificado con esta magnífica historia, o que rechace en su conjunto el libro (muy notable en su estilo y su estructura) tras hallar un par de detalles que no se ajustan a su realidad.
Se trata, en definitiva, de un servicio extra que presta el traductor (pero imprescindible en una novela alemana sobre una realidad española) en beneficio de esa nueva vida del libro en castellano.
Viena-Straelen-Tenerife, junio 2021-febrero 2022.
Publicado abril 2022